Así es el único convento de clausura del Casco Viejo de Vitoria-Gasteiz

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Gasteiz Hoy accede al Convento de la Santa Cruz para conocer la forma de vida de las cinco religiosas que aún viven en este edificio del siglo XVI

El convento de Santa Cruz es un rincón de paz en pleno Casco Viejo, al final de Pintorería. Un monasterio del Siglo XVI que muchos vitorianos desconocen. En este edificio hoy viven tan solo cinco religiosas dominicas, dedicadas a la oración. En los 60 eran 28. Carmela es la más joven de todas (tiene 48 años), y nos abre la puerta para conocer el edificio y su modo de vida. Porque un convento de clausura de 2021 se parece muy poco al de hace apenas 50 años.

«La clausura no es lo prioritario«, aclara Carmela. «La clausura es un medio para vivir nuestra vida, pero lo prioritario es la oración. La clausura y la pobreza ayudan, así como evitar distracciones». Esa menor clausura les permite estar abiertas al mundo: comparten misa, tienen Whatsapp comunitario, ven la tv y la radio, escuchan música, reciben a personas en sus instalaciones y salen siempre que lo necesitan.

Atrás quedó esa época en la que un monasterio era poco menos que una cárcel. Hoy «la relación con tu familia está mucho más abierta. Antes entrabas y renunciabas a ese mundo afectivo», explica Carmela. Ella llegó a Vitoria desde Cieza (Murcia) «para probar» en una primera experiencia de 7 días y posteriormente otra de dos meses. Volvió a su casa decidida a seguir con su vida habitual, lejos de los conventos. Pero finalmente acabó volviendo a Vitoria-Gasteiz para quedarse. «Yo tenía 24 años y mi coche, mi trabajo como contable, mi vida personal y familiar. Yo no pensaba en la vida monástica». Eso sí, reconoce que tampoco tenía muchas necesidades materiales: «Divertirme, ir al cine, la música… como cualquier chica de esa edad».

El convento ha renovado el claustro, construido gracias a los Ortuño Ibáñez de Agirre y María Esquível en el Siglo XVI

Las religiosas acaban de restaurar el claustro y ultiman la reforma de la cocina. No se quieren ir de este rincón del Casco Viejo, y abren sus puertas a toda aquella mujer que busque este estilo de vida.

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Crecer para no marcharse

El Papa Francisco ha pedido a todos los monasterios con cinco religiosas que piensen en un posible traslado, y ahí están las dominicas de Vitoria-Gasteiz. En el Convento de Santa Cruz ya se han afiliado a las Dominicas de Toro (Zamora) por si un día tienen que dejar Vitoria-Gasteiz y unirse a ellas. Pero, mientras ese día no llegue, ellas seguirán pensando en quedarse. Carmela lamenta que «el relevo es complicado, porque nos encontramos que la sociedad hoy tampoco invita a conocer». La media de edad ha pasado de unos 60 a casi 80, algo que sufren todas las congregaciones.

Pero las dominicas son optimistas: «Hemos arreglado la cocina y el claustro porque confiamos en que esto se pueda recuperar. Pero tiene que ser en breve, en cinco o seis años. Si alguien piensa en la vida contemplativa, nosotras estamos abiertas. Que llame a la puerta y diga ‘quiero conoceros’.» Ya han tenido alguna llamada: «Hay gente que está conociendo, interesándose, probando…»

El convento está abierto a cualquier mujer que quiera experimentar ese paso. No tiene por qué estar segura de ello, puede probar. «Puedes venir y estar una semana, diez días… el tiempo que necesites para saber si esto es para ti. Además, la decisión final se da a los 9 años, es entonces cuando te entregas a la vida monástica por completo».

Ser religiosa es una forma de vida real para alguien de este siglo

«Ser religiosa es una forma de vida real para una persona de este siglo. Tienes que vivir para Dios, y hacer algunas renuncias, pero eso es habitual en todos». Carmela reconoce la falta de ‘cantera’, y lamenta que los jóvenes «no se preocupan de su vida interior o espiritual». Carmela también confía en religiosas ya mayores que decidan cambiar de monasterio, y venir a Vitoria-Gasteiz a vivir su fe. «Es necesario que estemos todas las generaciones en el monasterio, eso sería la ideal».

Y, si ese relevo no llega, las cinco mujeres estarán orgullosas de lo que han hecho por Vitoria-Gasteiz, en el convento levantado hace 400 años con el dinero del Ortuño Ibáñez de Aguirre y María Esquível: «Queremos marcharnos con la cabeza alta, decir que hemos cuidado este convento como hemos podido con los bienes que nos han dado los bienhechores». El Convento se llama de la Santa Cruz porque así lo quiso su fundador: Ortuño Ibañez de Aguirre. Por cierto que las religiosas custodian una reliquia de la cruz de Cristo, que se encuentra en la iglesia y se puede observar a la izquierda del altar mayor.

El día a día en el convento

La oración y el orden son el estilo de vida en el convento. «Tenemos un horario y un orden para facilitar la vida de oración y la vida diaria de comunidad». Hay una rutina, pero «nada se parece un día a otro».  Cada día tienen ratos de oración, ratos de diálogo, tiempo para ver la televisión juntas… «Esas cosas favorecen que vivamos y no nos sintamos en otro planeta».

Las hermanas dominicas ya no zurcen ni realizan vestidos o arreglos textiles. Pero entre sus pertenencias cuentan con vestidos de un enorme valor. Son vestidos de hace siglos, que las novicias entregaban a cambio de sus hábitos. Ropajes que servían para vestir santos, decorar las iglesias o elaborar otros adornos y trajes. En el convento también hay una amplia huerta y esculturas de hace siglos, como las de San Juan Bautista niño.

El convento cuenta con numerosos trajes de hace siglos, entregados por las novicias y destinados a tareas eclesiásticas

Francisca Vives Casas realiza actualmente el inventario textil y de otros objetos que posee el convento. Es un registro de todos los tesoros que esconde este espacio entre Pintorería y San Vicente de Paúl.

Las dominicas cuentan con ayuda profesional diaria para la limpieza del Convento. Y es que, de las cinco religiosas, algunas no están ya capacitadas para ayudar en la vida diaria. La mayor de las religiosas tiene 93 años. «Nuestras propias casas se convierten ya en las residencias de las religiosas. Son nuestras hermanas y espero que en el día de mañana me cuiden a mí igual».

En su rutina también hay tiempo para ver el telediario y escuchar la radio. Están pegadas a la actualidad en torno a la pandemia, el volcán de La Palma… Y, cómo no, tienen tiempo para hablar. «Yo no elijo la música de la calle, pero tampoco busco todo el día música gregoriana. Si en la radio del coche suena una canción de Mecano, me pongo a cantar. No hay ninguna prohibición, pero tampoco me pongo a comprarme un single».

¿Cómo se financia el convento?

El convento de la Santa Cruz nació gracias a Ortuño Ibáñez de Aguirre y María Esquível, sus principales benefactores, aunque no están enterrados en él, como solía ser lo habitual. Sus gastos diarios se han reducido en los últimos años, aunque han tenido que afrontar obras importantes como la del claustro. Algunas de sus columnas se han repuesto y se ha mejorado el drenaje para acabar con las filtraciones.

Una reparación sufragada por el propio convento, sin subvención pública ni de la diócesis. Carmela sí destaca, eso sí, la exención fiscal por el pago de tributos que tienen todas las iniciativas sociales.

Las religiosas también trabajan en ocasiones para Confituras Goya, envolviendo Frutas Vascas

Las monjas también trabajan para Confituras Goya. No es un trabajo puntual, pero en ocasiones facturan a Goya por trabajos que realizan en el propio convento: «La factura nos ayuda a mantener el convento». En este caso no realizan postres, se dedican a envolver Frutas Vascas elaboradas previamente en el obrador de Goya en Barratxi. Las religiosas también han cedido el claustro a congresos y jornadas en Álava a cambio de un donativo.

Durante la entrevista Carmela menciona en varias ocasiones una posible hospedería. Algo que actualmente no parece viable, pero que sin lugar a dudas podría ser una fuente adicional de ingresos para las religiosas. Y, además, una vía de ‘marketing’ para que posibles interesadas conocieran la vida monástica. De hecho, sus afiliadas de Toro tienen una hospedería. El de Vitoria podría ser un pequeño alojamiento para unas 8 personas, en un lugar mágico. La idea está en la cabeza, pero no será por ahora una realidad.

‘Mindfulness’ en el convento

En el interior del convento la forma de vida casa mucho con el Mindfulness, que Carmela considera «una bomba». Dios y Santo Domingo son su base, pero todo pasa por conocerse a uno mismo. «En la sociedad hay demasiado ruido que no me aporta nada. Necesitamos interiorizar cada momento que compartimos cada uno, y para eso hay que entrar en uno mismo. ¿Cómo voy a dialogar contigo, cómo te voy a escuchar si mi vida interior está en el limbo? Es el momento de la escucha, del diálogo. Para dialogar hay que preparar primero el interior».

«Antes de recibir los estímulos tienes que entrar dentro de ti y saber qué hay dentro de ti. Y la vida espiritual nos ayuda. Somos cuerpo y espíritu». Ese espíritu y ese autoconocimiento es lo que, según Carmela, permite alcanzar la felicidad plena, tocar el alma. «Y ese trabajo nosotras lo hacemos con Dios«.


Artículo Original de Natxo Gatón para Gastéiz Hoy

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